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¿Y Celeste?

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En la exuberante zona de Los Yungas, allí donde a veces se juntan la bruma, el calor del sol, el verde intenso de las plantas y la lluvia, vive una pollita llamada Celeste. Ella, a diferencia de sus hermanos, no tiene muchas habilidades: no ha aprendido a escarbar la tierra para encontrar gusanos, o amasar el pan, o a cantar al amanecer. Sus hermanos, que son muy habilosos, se burlan de ella. Celeste prefiere internarse en los bosques, descubrir nuevas plantas y animales, contemplar los nevados, imitar a otras aves que pueden volar o, aveces, simplemente meditar en el medio de la niebla. Sin embargo, el Gran Concurso de Talentos de los Yungas se acerca u todos los pollos de la región se preparan para participar y demostrar sus habilidades. ¡Todos quieren ganar el primer premio! ¿Será que Celeste se anima a participar? ¿Qué talentos podría tener esta pollita que prefiere soñar?

Fecha de publicación : 2018

Lugar : La Paz- Boliva

Autores : Verónica Linares

Ilustradores : Antonieta Medeiros

Editorial : Editorial Don Bosco

Número de edición : Primera

"Aquella calurosa mañana, en un pequeño rancho de adobes y viejas tejas rojas de Coroico, todas las gallinas amanecieron alborotadas. El sol parecía haberse estancado en la mitad del cielo, y ni la sombra del mango o de los plátanos lograba refrescar el lugar.

Se había difundido  la noticia de que la gallina Eulalia, la más linda y gorda de la región iba a poner sus huevos por primera vez y no sólo los gallos, gallinas y pollos del rancho se habían reunido ahí, sino que varios otros habían llegado de otros ranchos e incluso de otros pueblos.

Todos los curiosos querían saber cómo iban a ser los huevos de la bella Eulalia.  Y todas las gallinas se habían dado encuentro para felicitarla y claro para contar cuántos huevos ponía.

_ !Ya se siente muy hinchada, sus plumas amanecieron más brillantes y no soporta  ni un gallo cerca de ella!_ cacareó la gallina Genoveva. _ ¡Ya llegan los huevos!_ gritaba, abanicando a la sofocada Eulalia con una enorme hoja de  papaya.

Y mientras los gallos murmuraban acerca del clima y de las cosechas de café y de mandarinas, las gallinas, rodeando a la bella Eulalia, comentaban cosas como ésta:

_Me acuerdo cuando puse yo puse mis 10 primeros... todos blanquitos, tan grandes como huevos de gansa _ recordó doña Clodovea con lágrimas en los ojos.

_Sí _ continuó doña Juliana _ ¡Qué huevos divinos! Nunca vi unos tan grandes y duros.

_ Y los de doña Pancha, tan redonditos...

_ ¿Y se acuerdan de los huevos de la gallina Antonieta? ¡Rosados y con puntos!

_ ¡Sí, ja, ja, ja!

 

Y así recordaban sus anécdotas las multicolores gallinas, todas posadas sobre unos palos de madera en los que siempre solían descansar, recordar y sobre todo charlar.

De pronto una de las gallinas, muy emocionada gritó:

_ !Ya está lista! ¡Ya vienen en camino, vamos a contarlos!

Efectivamente, la bella Eulalia había puesto siete hermosos huevos, tan blancos y relucientes, que se podrían haber confundido con lunas al atardecer. O por lo menos, eso pensó la orgullosa y agotada nueva mamá.

_ !Felicidades Eulalia! Diste a luz siete huevos. Nada mal para una primeriza.

Y una a una, las gallinas fueron a dar sus felicitaciones y  varios regalitos a la feliz Eulalia.

Por supuesto, no faltó alguno que otro comentario no tan simpático:

_ Me parecieron medio frágiles los huevitos...

_Tal vez demasiado brillantes.

_ Es que con ese papá..."

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